Al mirarle no se le ve, se le llama invisible.
Al escucharle no se le oye, se le llama inaudible.
Al tocarle no se le siente, se le llama impalpable.
Estos tres estados cuya esencia es indescifrable
se confunden finalmente en uno.
Su cara superior no está iluminada,
su cara inferior no está oscura.
Perpetuo, no puede ser nombrado,
y así el pertenecer al reino de las nadas.
Es la forma sin forma y la imagen sin imagen.
Es fugitivo e inasible.
Acogiéndolo, no se ve su cabeza,
siguiéndolo, no se ve su espalda...
(Fragmentos de Lao Tse)